En el
Tour de Francia 2025,
Florian Lipowitz fue el corredor revelación de la carrera. El alemán se metió en el podio de la clasificación general, solo por detrás de
Tadej Pogacar y
Jonas Vingegaard. Ese resultado fue un trampolín que le ha permitido ser considerado ya una de las estrellas de
Red Bull - BORA - hansgrohe, incluso para liderar de nuevo al equipo alemán en la edición de 2026.
Florian Lipowitz ha entrado en las quinielas Tour de Francia, pero no finge que eso le sitúe de repente a la altura de Vingegaard y Pogacar. Al repasar su temporada de explosión en 2025 en el podcast de
Roadbike, la revelación alemana fue muy honesta sobre dónde cree que está hoy el techo en las vueltas por etapas masculinas.
“Vingegaard y Pogacar están en otro nivel. Los dos corren su propia carrera. Es más una pelea por el tercer puesto”, admitió la estrella de Red Bull - BORA - hansgrohe, que sabe que la próxima temporada tendrá
también al lado a Remco Evenepoel, y quizás no sea el líder de la plantilla en el Tour de Francia.
Lipowitz llega a esa conclusión desde la fortaleza, no desde el pesimismo. En 2025 no solo brilló en Francia; refrendó con actuaciones de podio tanto en el Critérium du Dauphiné como en la Itzulia, sobreviviendo una y otra vez a selecciones en las que solo quedaban Pogacar, Vingegaard y un puñado de escaladores de élite.
En una era en la que el margen de error en la cúspide de las clasificaciones generales es mínimo, simplemente estar ahí con esos dos cuando la carrera explota ya es un marcador significativo.
Florian Lipowitz, en el último Tour de Francia con Pogacar y Vingegaard
¿La nueva superestrella de Alemania?
La irrupción de Lipowitz ha reabierto inevitablemente viejos relatos en Alemania. Cualquier aspirante local a las Grandes Vueltas sigue mirándose con el prisma de Jan Ullrich, y la tentación de etiquetarle como el “nuevo Ullrich” ha sido evidente. Entiende el sentimiento, pero no está para convertirse en vehículo de nostalgia.
“Es un honor cuando la gente hace esas comparaciones”, dijo sobre el hecho de que le vinculen con el único ganador alemán del Tour, antes de trazar un límite claro.
“Al final del día, yo soy Florian Lipowitz. Por eso no quiero centrarme demasiado en ello. Por supuesto que me alegra, pero soy mi propia persona”.
Esa frase importa. No es solo una coletilla educada, sino una señal de cómo quiere que se enmarque su carrera: menos sobre revivir una época pasada, más sobre establecer un nuevo referente en sus propios términos. En un entorno mediático que acelera a cualquier escalador prometedor hacia la etiqueta de “futuro ganador”, esa insistencia en la identidad y el tempo destaca.
Uno de los pasajes más reveladores del podcast fue la franqueza con la que Lipowitz habló del impacto de encontrarse de pronto en la punta de lanza con corredores a los que antes solo veía en la pantalla.
“Yo siempre veía a Pogacar y a Vingegaard por televisión. Nunca habría esperado que algún día correría con ellos y alcanzaría ese nivel”, admitió. Su entrenador, añadió, se sorprendió mucho menos por el salto: “Mi entrenador dijo que no le sorprendía. A mí, desde luego, sí”.
Lo crucial es que nada de este realismo se traduce en resignación. Lipowitz no está interesado en esquivar a la figura dominante del deporte; más bien, quiere activamente la parrilla de salida más dura posible.
“Estoy contento cuando puedo correr contra él (Pogacar). Por supuesto que quieres conseguir buenos resultados tú mismo, pero si tienes la oportunidad de correr contra el mejor ciclista del mundo, entonces estoy encantado de aprovecharla… siempre quedan el segundo y el tercer puesto por los que luchar”, concluyó.
Es una mentalidad competitiva, no derrotista. No promete que el duopolio Pogacar–Vingegaard vaya a romperse pronto; reconoce que, en la era actual, el primer paso es convertirse en una presencia estable en ese siguiente peldaño, disputando podios, no titulares. Solo cuando esa capa esté asegurada empezará de verdad la conversación sobre el amarillo.