"Pensaba que el ciclismo era un deporte raro de señores mayores": Una leyenda dice adiós al mundo profesional

Tras casi 20 años en el pelotón profesional, Lizzie Deignan decidió retirarse a mitad de la temporada 2025. La corredora de 37 años acumuló 43 victorias en carretera a lo largo de su extensa y exitosa carrera, entre ellas el Tour de Flandes, la Paris-Roubaix Femenina, la Lieja-Bastoña-Lieja, el Tour de Francia 2020 (cuando aún era una prueba de un día) y el Mundial de ruta de 2015.

Una de las primeras decisiones tras colgar la bici fue dejar Mónaco y volver a su ciudad natal (Otley, en Yorkshire). “Mónaco tuvo su función, pero estar en casa es una maravilla. Me encanta la gente. No puedo ir al supermercado sin entablar conversación con un desconocido, cosa que no pasaba en Mónaco”, explicó en una entrevista con Cycling Weekly.

“La gente es muy abierta y cálida, y luego está el campo, lo verde. Y supongo que hay algo en tus raíces: es una sensación física. Cuando aterrizo en el aeropuerto de Leeds Bradford, para mí hay un suspiro: ya estoy de vuelta.”

Admite que la retirada ha llegado con más suavidad de la esperada. “Da un poco de miedo lo fácil que ha sido hasta ahora. No soy ingenua; sé que ese momento llegará”, dijo Deignan, aludiendo a la experiencia de su marido, Philip Deignan, también ciclista profesional retirado en 2018.

“Se habla de un proceso de duelo, de llorar tu identidad anterior, pero creo que ya había empezado a construir mi otra identidad. Quizá me golpee en diciembre, cuando todos se vayan a los ‘training camps’, pero yo podré ir a la función de Navidad de mi hija en el colegio, cosas que no he podido hacer en años. Estaba muy lista para retirarme.”

Aunque Deignan está embarazada de su tercer hijo, la retirada ya estaba planificada antes del embarazo. “Fue una corazonada. El ciclismo empezó a sentirse como un sacrificio y no como el sueño que solía ser”, dijo. “Había logrado todo lo que siempre quise. Si el fuego no se hubiese apagado, si de verdad lo siguiera queriendo, podría haberlo hecho funcionar, pero simplemente no.”

Su trayectoria ciclista comenzó casi por casualidad, tras la visita de la British Cycling Federation a su escuela. “Imagina que no hubiera ido a clase ese día: mi vida habría sido completamente distinta”, recordó. “Sinceramente pensaba que el ciclismo era un deporte raro de señores mayores, y no me identificaba con nadie dentro del deporte.”

Al principio vio la oportunidad con pragmatismo, aunque no quería abandonar otros deportes que entonces le interesaban mucho más. “Me dieron 500 £ y una bici gratis, y pensé: ‘No voy a decir que no, pero voy a seguir con el hockey, el netball y mis otros deportes en el colegio.’”

El momento decisivo llegó en una prueba de la Copa del Mundo de pista. “Era glamuroso, emocionante, luces brillantes, y desde ese instante me cautivó. No disfrutaba mucho del colegio, y [British Cycling] empezaba a trazar un camino hacia los Juegos. Siempre me había encantado el deporte, siempre quise ser atleta, y todo encajó.”

Tras completar el A-level, Deignan se unió a la Track Academy de Mánchester en 2004. Recuerda un punto de inflexión posterior en su trayectoria en pista. “En los Juegos Olímpicos de 2008, la única medalla que no consiguieron fue la de la puntuación femenina. Ese octubre gané la puntuación, el scratch y la persecución por equipos [en la Copa del Mundo de pista de Mánchester], y cubrí ese hueco, así que había un sitio para mí. Iba por un camino en el que recibía justo el dinero suficiente para mantenerme.”

La independencia económica y el hastío con su vida de entonces fueron los dos factores clave para decidir el salto a la ruta.

“Me había cansado de la vida en Mánchester y ya había probado la carretera. Tuve la fortuna de empezar a trabajar con Emma [Wade], mi agente, porque se acercaban los Juegos y había dinero de patrocinadores personales, algo que otras deportistas en Europa no tenían. Podía permitirme renunciar a la beca e intentar abrirme camino en la carretera en 2011. También tuve la suerte de venir de un entorno acomodado; mis padres habrían estado ahí para sostenerme si lo hubiera necesitado.”

En 2018, Deignan se apartó temporalmente de la competición para ser madre por primera vez. “La decisión de ser madre a mitad de carrera nunca pretendió ser pionera; fue una decisión muy emocional: estoy casada, quiero ser una madre joven. De nuevo, Emma me guió de forma brillante durante el proceso. Marcó una gran diferencia contar con alguien que abogara por mí y creyera en mí y en el proceso.”

“Empezar la relación con el equipo Trek [en 2019] fue fantástico y cambió por completo mi disfrute del deporte. Me sentí muy valorada y muy feliz fuera de la bici. Ser madre fue, sin duda, lo mejor que me ha pasado. Ya no se trataba solo de mí, y lo encontré liberador.”

Al reflexionar sobre su perfil como corredora, Deignan se define como una todoterreno. “No me describiría como una ciclista de generales ni como una escaladora: no tengo la mentalidad para ello. A veces miro a un corredor como Tom Pidcock, muy versátil, y pienso: ‘¿Por qué se somete a ser un vueltómano cuando podría ganar cada Clásica del calendario?’”

Cuando le piden su logro más orgulloso, su respuesta quizá sorprenda. “Estoy muy orgullosa de cuando gané la UCI WorldTour en 2020, el año de la pandemia. Todo el mundo decía: ‘¡Entrena! ¡Entrena!’ Yo estaba confinada con un bebé de un año pensando: ‘No voy a seguir entrenando a esta intensidad. Voy a aflojar un poco hasta saber que el calendario de carreras vuelve.’”

“Confié en mí, ignoré el ruido y gané la WorldTour, porque fui la corredora más regular del mundo cuando el calendario regresó. Estoy orgullosa de haber sido capaz de hacerlo y cumplir.”