El ciclismo es un deporte muy exigente, uno de los más duros del mundo. Y en el pelotón
femenino no hay excepciones. De hecho, hay muchas atletas que acusan demasiado el hecho de competir al máximo nivel temporada tras temporada, como
Veronica Ewers. La ciclista de 31 años de EF Education-Oatly ha decidido retirarse temporalmente de las carreras por ese motivo.
Ewers reveló recientemente que los análisis de sangre confirmaron que sus niveles hormonales “seguían siendo casi inexistentes”, a pesar de los esfuerzos realizados para recuperarse. A partir de ahí, entendió que no podía seguir intentando entrenar y competir mientras su cuerpo apenas respondía.
La propia ciclista lo expresó sin rodeos:
“No he tenido la regla desde 2014. Mis huesos están débiles. Mi función gastrointestinal es una mierda”. Estas conclusiones, unidas a los efectos persistentes de su trastorno alimentario, terminaron por colocarla en una situación límite.
La estadounidense ya había dedicado buena parte de 2024 a tratar de mejorar su salud, y volvió al pelotón en 2025 con la esperanza de avanzar en ambas direcciones: competir y recuperarse. Pero enseguida comprobó que era una combinación imposible.
En sus propias palabras:
“Intentar rendir, algo que físicamente no podía hacer hasta que mis hormonas se recuperaran, mientras intentaba recuperarme, algo que no podía hacer hasta que dejara de intentar rendir al máximo nivel, fue como darme cabezazos contra la pared”.
Finalmente tuvo que escoger, y optó por la recuperación total. “No competiré ni entrenaré en 2026”, anunció.
Veronica Ewers decide retirarse temporalmente del ciclismo profesional
Una década de secuelas
Ewers
ha relatado con crudeza en Substack cómo el trastorno alimentario, que comenzó con ansiedad infantil y se agravó en la etapa universitaria, derivó en conductas restrictivas y posteriormente bulímicas que marcaron sus veintitantos.
De ese periodo arrastra una larga lista de consecuencias: diez años sin menstruación, fragilidad ósea, problemas digestivos constantes y un episodio de casi insuficiencia renal en 2023 tras deshidratarse durante un entrenamiento.
El ciclismo, que en un inicio le ofreció estabilidad, terminó siendo también un entorno donde regresaron hábitos nocivos. “La competencia no terminó en la carrera ciclista”, escribió. “Continuó en la cocina y en la mesa”. Ese “demonio”, como lo define, reapareció especialmente en momentos de lesión y soledad.
Con el apoyo de especialistas, Ewers trabaja ahora para recuperar su peso y estabilizar sus hormonas. Sabe que alejarse del deporte implica también reconstruir su identidad. “No sé quién soy cuando no soy una atleta”, admite, aunque asegura que no permitirá que el trastorno vuelva a dominar su vida.
Su intención, sin embargo, no es despedirse para siempre:
“Mi objetivo es volver eventualmente y demostrarle al mundo de lo que soy capaz con un cuerpo funcional. Mi cuerpo necesita un reinicio completo antes de poder estar en su mejor momento. Estoy cansada de ser mediocre”, concluyó.