Con la majestuosidad de las montañas andorranas como telón de fondo y su envidiable situación fiscal que la convierte en un refugio para ciclistas profesionales, la
Vuelta a España desembarcó en Andorra con un atractivo especial. Sin embargo, los protagonistas en las empinadas carreteras no se limitaban a los ciclistas con dorsales en la espalda. Entre el murmullo del pelotón y las aclamaciones de los aficionados al borde de las vías, uno destacó por su presencia singular:
Nairo Quintana.
En la actualidad, el nombre del colombiano no figura en ninguna plantilla de equipos profesionales. Desde su descalificación del Tour de Francia el año anterior debido a un control positivo de Tramadol, Nairo Quintana ha perdido su estatus de ciclista profesional. A pesar de ello, su conexión con Andorra sigue intacta. Posee una segunda residencia en esta tierra de montañas y valles, donde pasa parte de su tiempo entre diversos proyectos en Colombia.
Ganador de la Vuelta a España en 2016, Quintana se hizo presente en la etapa andorrana que incluyó el desafiante Coll d'Ordino, penúltima escalada del día. Además, su figura no pasó desapercibida en la zona de salida en Andorra la Vella durante la cuarta etapa.
El corredor de 33 años recorrió el paddock con una mezcla de nostalgia y emoción, intercambiando charlas con sus colegas, especialmente con los seis compatriotas colombianos que competían en la carrera. "La Vuelta es una carrera que siempre me ha gustado, y hoy sale de la puerta de mi casa, así que quería bajar y saludar a algunas personas", compartió Quintana, quien también se tomó un tiempo para atender a los medios de comunicación.
La experiencia, según él mismo describió, resultó "extraña". Un atisbo de melancolía asomó cuando se le preguntó sobre lo más inusual de la situación: "No llevar el dorsal", confesó con sencillez y suavidad. No obstante, encontró belleza en la capacidad de disfrutar, en cierta medida, del ambiente ciclista que lo ha definido.
La partida en Andorra la Vella parece ser un club social del ciclismo profesional, y en este contexto, Quintana podría parecer un tanto fuera de lugar. Atrapado entre cuestionamientos sobre su pasado y la incertidumbre que rodea su futuro, Nairo se encuentra en un limbo deportivo y emocional.
Es crucial destacar que la sanción que Quintana recibió no se relacionó con dopaje. El Tramadol, la sustancia por la que dio positivo, estaba prohibido por el reglamento médico de la UCI, pero su caso no involucró una sustancia dopante según las regulaciones de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA). Sin embargo, la perspectiva de haber dado positivo por una sustancia que se añadiría a la lista de prohibiciones de la AMA y la UCI en el siguiente año no ha jugado a su favor. Quizás esto explique por qué, desde su despido del Arkéa-Samsic el verano anterior, no ha encontrado un nuevo equipo.
En cuanto a su futuro, Quintana no reveló detalles concretos, lo cual, paradójicamente, en sí mismo se convierte en noticia. "Siempre hay que soñar y esperar que sea posible. Seguiré luchando por lo que quiero y para lo que estoy hecho", expresó, reafirmando su deseo de regresar al pelotón profesional. "He estado haciendo todo lo posible dentro de mis posibilidades. Llevo todo el año entrenando bien. Poco a poco vamos a ver qué es posible".
Aunque sus declaraciones mantienen la misma esencia de optimismo que transmitió durante el último año, esta vez se percibe cierto desgaste en sus palabras. La brecha entre sus aspiraciones y la realidad actual se hace más evidente. "Dentro de mi esperanza, y dentro de mí mismo, eso espero. Después, la realidad decidirá", admitió con franqueza.
En lo que respecta a su búsqueda de un nuevo equipo, Quintana se mantuvo vago en cuanto a los detalles. Ante la pregunta sobre conversaciones productivas, respondió con cautela: "Ha habido algunas conversaciones, y espero que sean [productivas] para el año que viene. Simplemente hemos expuesto nuestra posibilidad de formar parte de un equipo", mencionó, refiriéndose a su agente de toda la vida, Giuseppe Acquadro.
"Estamos luchando por la oportunidad de volver a estar ahí en las carreras", declaró mientras observaba cómo el pelotón se alejaba en la distancia. En ese momento, Nairo Quintana encarna una mezcla de determinación, nostalgia y esperanza, navegando por un presente incierto mientras anhela un futuro que todavía no ha definido su rumbo.