Ayer Madrid vivió otra tarde de fiesta con la llegada de la
Vuelta a España en una etapa final que gracias a Remco Evenepoel, Filippo Ganna y compañía fue emocionante hasta el último metro. Las principales calles de la capital se llenaron de fans de todos los lugares del mundo (mucho esloveno animando a Roglic, mucho colombiano fan de Bernal y mucho danés enamorado de Vingegaard).
Gran Vía era un hervidero y el Paseo de la Castellana estaba repleta de amantes del ciclismo y curiosos que pasaban por allí y se unían a la fiesta. Sin embargo, la organización volvió a demostar estar muy lejos del Tour de Francia.
Cuando uno va a los Campos Elíseos para disfrutar de la jornada final de la Grande Boucle tiene a su disposición numerosas tiendas para adquirir todo tipo de productos relaciones con el ciclismo y no tan sólo 2 pseudochiringuitos oficiales anunciando una y otra vez que te venden la mascota-peluche por 15 euros.
Tiene además pantallas gigantes que todos los aficionados pueden disfrutar y no sólo los VIP. Sí, porque en la Vuelta si eres un niño de 8 años que vas con tu padre a intentar ver a ídolos tienes complicado seguir la carrera. Todo está enfocado los VIP: la megafonía apenas si se escucha y, como comento, era imposible seguir la carrera por las pantallas.
O pagas, o nada. Y puedo entender que los VIP tengan trato preferencial y que disfruten de tener a los ciclistas más cerca, pero no que, por ejemplo, en la salida de Manzanares El Real un niño no pudiera ver de cerca a Evenepoel porque tenía justo delante a un político aburrido apoyado en una valla mirando su móvil.
Otro pequeño detalle de la llegada a Madrid tiene que ver con los carteles publicitarios que están enganchados a las vallas y que impiden ver a los corredores desde la distancia. Son pequeños detalles que van acumulándose y que le hacen a uno replantearse volver como espectador, algo que nunca me ha sucedido en París con el Tour a pesar de que allí la afluencia de personas es mucho mayor.
El último toque es para los ciclistas. Pendientes de sus fotos, de los medios, pero sin saludar a los niños que llegaban con los carteles de sus ídolos. No cuesta nada pasarse un momento a saludar a los fans que te corean... Como digo, pequeños detalles... Pero bueno, esto no deja de ser la vieja España, donde o estás enchufado o no te ponen fácil disfrutar...
Grupo de personas en Cibeles sin visibilidad a las pantallas de la Vuelta.