Cada año, cuando la nieve se retira lentamente de Sierra Nevada y la primavera empieza a conquistar las cumbres, el murmullo de los ciclistas entrenando a más de 2.000 metros de altitud se convierte en banda sonora habitual. Pero este año, el silencio podría ser el protagonista. La amenaza de huelga por parte del personal de hostelería local pone en jaque la temporada de preparación para el
Tour de Francia, uno de los momentos clave para muchos equipos del pelotón internacional.
“No podemos seguir así”, advierte con firmeza Carlos Aranguren, representante del sindicato UGT, en declaraciones a
Cyclingnews. “En cualquier negociación tiene que haber concesiones por ambas partes. En un mundo ideal no tendríamos que sufrir los efectos de la altitud, pero eso no es práctico. El centro está ahí por la altitud, pero nosotros subimos y bajamos todos los días”.
El reclamo es tan tangible como las pendientes de la montaña: un reconocimiento económico por trabajar en condiciones únicas. “Algunos estudios dicen una cosa, otros otra, pero basta con subir una botella de agua desde abajo y volverla a bajar para ver lo que le pasa. Esa presión te afecta”, añade Aranguren. “Nosotros también somos cuerpos en altura, y eso tiene un precio”.
Para los ciclistas, pasar semanas en altitud mejora la oxigenación, la resistencia, la potencia. Es una ventaja competitiva clave. Pero para quienes suben y bajan diariamente por obligación, el impacto es el contrario. “Tiene efectos negativos en la salud”, señala Aranguren.
La situación se complica por el calendario. Mayo es el mes en que el centro de alto rendimiento empieza a recibir de forma masiva a los ciclistas profesionales. Con la nieve ya derretida, el entrenamiento al aire libre toma el relevo de los rodillos y los gimnasios cubiertos. “El ciclismo es uno de nuestros deportes estrella, junto con la natación. Aunque muchos no se alojan en el CAR, vienen a diario a entrenar, a comer, a usar nuestras instalaciones”, explica.
Sin embargo, si no hay avances en las negociaciones, los trabajadores del centro y de los servicios vinculados iniciarán paros. Las primeras huelgas están previstas para mayo, aunque ya hay una protesta anunciada para el 23 de abril. “Si no hay cambios, iremos aumentando la presión. Uno o dos días al principio, pero después, será más. Tenemos que parar esto de una forma u otra”, avisa Aranguren. “A este paso, serán ellos [los empresarios] los que tengan que subir cada día”.