Entre 2012 y 2018,
Chris Froome dominó el
Tour de Francia como pocos lo han hecho, forjando su legado no solo a través de sus cuatro títulos, sino también por la calidad de los rivales que enfrentó y las tensiones internas que debió gestionar. Desde su papel de escudero en la histórica victoria de
Bradley Wiggins hasta su transformación en líder indiscutible del Team Sky, Froome se convirtió en la referencia absoluta de las Grandes Vueltas en la década de 2010.
Su camino estuvo marcado por intensas rivalidades con figuras como
Alberto Contador, Vincenzo Nibali o
Nairo Quintana, además de duelos memorables frente a aspirantes como Romain Bardet o incluso su propio compañero Geraint Thomas. Cada Tour ofreció un escenario distinto, pero el denominador común fue siempre la capacidad de Froome para sobreponerse, resistir y, muchas veces, imponerse. Esta es la crónica de esas batallas que definieron una era.
Bradley Wiggins – La batalla interna de 2012
El primer gran momento de Chris Froome en el Tour de Francia llegó en calidad de gregario, aunque su desempeño fue tan destacado como polémico, en ocasiones eclipsando a su propio líder. Durante la edición de 2012, Froome desempeñó el papel de súper domestique para Sir Bradley Wiggins, quien se encaminaba a convertirse en el primer británico en ganar la ronda gala.
Froome brilló especialmente en las etapas de montaña, incluso se llevó la victoria en la jornada 7, en La Planche des Belles Filles, y finalizó segundo en la clasificación general, justo detrás de Wiggins. La imagen más recordada de ese Tour ocurrió en la etapa 11, cuando Froome dejó atrás a Wiggins camino de La Toussuire, antes de que desde el coche del equipo Sky le ordenaran que esperara a su jefe de filas.
A falta de 4 kilómetros para la cima, Froome lanzó un fuerte ataque que dejó a Wiggins descolgado, hasta que el equipo intervino desde el coche. Acató la orden, bajó el ritmo y se mantuvo a su lado hasta el final de la subida, lo que dejó entrever una tensión soterrada dentro del equipo. Al ser preguntado por aquel episodio, Froome respondió con un escueto y reservado: “No es momento para un motín… ahora no”.
Pese a todo, Froome mantuvo su lealtad y fue fundamental en la victoria histórica de Wiggins, aunque el episodio de La Toussuire dejó claro que él también tenía potencial para ganar el Tour. Aquella fricción marcó el inicio de una rivalidad incómoda con Wiggins que nunca se concretó plenamente en carrera, ya que Wiggins no volvió a competir en el Tour, dejando así el camino despejado para Froome.
Bradley Wiggins, ganador del Tour de Francia 2012
Alberto Contador – El relevo generacional en 2013
Para el Tour de 2013, Froome ya era el indiscutible líder del equipo Sky. Enfrente tenía a un rival de renombre: Alberto Contador, doble campeón del Tour y recién regresado de una suspensión, representando una seria amenaza.
Froome, sin embargo, se adueñó de la edición número 100 del Tour con una actuación dominante que muchos vieron como un cambio de era. Su momento culminante llegó en la etapa 15, en el Mont Ventoux, donde lanzó un ataque en solitario que dejó atrás tanto a Contador como al joven Nairo Quintana.
El esfuerzo fue tan intenso que al cruzar la meta necesitó oxígeno, prueba de que había ido más allá de sus límites. Contador no pudo responder a sus ataques y quedó derrotado. Froome ganó el Tour con autoridad, aventajando en 4 minutos y 20 segundos al segundo clasificado, Quintana.
Alberto Contador no pudo ganar ningún Tour de Francia en la década 2010
Nairo Quintana – El rival más persistente
Entre todos los adversarios que enfrentó Froome en el Tour, ninguno le exigió tanto como Nairo Quintana. El escalador colombiano mantuvo una rivalidad constante con Froome a lo largo de varios años, siendo quien más cerca estuvo de derrotarlo.
Su primer enfrentamiento fue en 2013, cuando un joven Quintana se destacó en la montaña pero no logró romper el dominio de Froome, terminando segundo en la general. Dos años después, en el Tour de 2015, su duelo alcanzó el punto más alto. Froome arrancó en forma excelente, ganando incluso en solitario en La Pierre-Saint-Martin, mientras que Quintana esperó a los Alpes para lanzar su ofensiva.
En la penúltima etapa, rumbo a Alpe d’Huez, Quintana atacó tarde y recortó bastante tiempo, obligando a Froome a darlo todo para conservar el liderato. Aislado y con solo un compañero, Froome no estaba en su mejor día, pero resistió. Quintana redujo la diferencia a solo 1 minuto y 12 segundos.
Esa mínima diferencia bastó para que Froome lograra su segundo título en París. Quintana terminó nuevamente segundo y, aunque nunca logró batirlo, sí llevó a Froome a dar lo mejor de sí en varias ocasiones. Sus enfrentamientos en los altos puertos, Froome de amarillo y Quintana con el azul de Movistar, definieron la rivalidad más emblemática de la década de 2010.
Nairo Quintana, segundo en el Tour de Francia en las ediciones de 2013 y 2015
Vincenzo Nibali – Golpes duros y respeto mutuo
Vincenzo Nibali, apodado “El Tiburón de Mesina”, fue otro gran rival de Froome. Sus duelos directos en el Tour tuvieron momentos de mala fortuna y otros de enfrentamientos reales.
En 2014, Nibali se benefició de la caída y posterior abandono de Froome. Con el defensor del título fuera, Nibali se adueñó del Tour y ganó con una ventaja de 7 minutos. La ausencia de Froome evitó el esperado enfrentamiento, pero la contundencia de Nibali mostró que podía ganar cuando Froome no estaba en su mejor momento.
En 2015, ambos se midieron cara a cara. Aunque Nibali llegaba como campeón defensor, perdió terreno en la primera semana. Sin rendirse, atacó en los Alpes y ganó la etapa 19 en La Toussuire, tras atacar en el Col de la Croix de Fer. Froome sufrió un problema mecánico en ese momento, y aunque recuperó tiempo después, criticó a Nibali por atacar en ese preciso instante.
Pese a todo, Nibali solo logró el cuarto puesto, pero su ataque fue una muestra de su combatividad. Froome siempre lo consideró un rival de respeto. Aunque nunca venció al Froome en plenitud, es el único ciclista de su generación que ganó las tres Grandes Vueltas. Su historia común es de respeto y de oportunidades perdidas, pero cuando surgía la ocasión, Nibali no dudaba en desafiar a Froome.
Vincenzo Nibali, ganador del Tour de Francia 2014
Romain Bardet – La esperanza francesa
Durante el reinado de Froome, Francia buscó incansablemente a un ciclista que pudiera arrebatarle el trono. Romain Bardet fue quien más cerca estuvo de lograrlo.
En 2016, Bardet protagonizó un espectacular movimiento en los Alpes. Froome mantenía una ventaja sólida tras ganar incluso con una audaz bajada en la etapa 8. Pero en la etapa 19, bajo la lluvia, sufrió una caída en un descenso. Bardet lo aprovechó y ganó en Saint-Gervais, ascendiendo al segundo puesto de la general.
Froome, que tuvo que continuar con una bici prestada de un compañero, minimizó las pérdidas y conservó el liderato gracias al colchón de tiempo acumulado. Finalmente, Bardet terminó segundo, a 4 minutos y 5 segundos.
En 2017 volvió a ser protagonista, ganó en los Pirineos y terminó tercero en la general. Froome ganó esa edición enfrentando múltiples amenazas, entre ellas Bardet y Rigoberto Urán. El francés, con su estilo agresivo y habilidad en los descensos, se consolidó como el principal aspirante local, aunque nunca logró superar la fortaleza del Sky. Sin embargo, en 2024, Bardet logró vestirse de amarillo, aunque solo fuera por una etapa.
Romain Bardet, podio en dos ocasiones del Tour de Francia
Geraint Thomas – El relevo en casa (2018)
En 2018, con cuatro títulos en su haber, Froome perseguía su quinta corona. Pero ese año, el mayor desafío no vino de un rival externo, sino de su compañero Geraint Thomas. El galés, que había sido fiel escudero durante años, llegó en plena forma y sorprendió al tomar el control del Tour.
Froome, que venía de ganar un agotador Giro de Italia, no alcanzó su mejor nivel. Thomas se adueñó del maillot amarillo en los Alpes, tras ganar en La Rosière y el Alpe d’Huez. Froome quedó obligado a seguir su estela.
Ambos gestionaron la situación con madurez, dejando que la carretera dictara el resultado. Pero en la etapa 17, en los Pirineos, Froome perdió tiempo frente a Thomas y Tom Dumoulin. Fue entonces cuando asumió su papel de gregario y decidió ayudar a Thomas hasta París. "G ha hecho una carrera increíble, merece vestirse de amarillo", declaró Froome.
Froome terminó tercero, mientras Thomas se coronó campeón del Tour. A diferencia de la tensión vivida con Wiggins en 2012, su relación con Thomas fue armoniosa, basada en el respeto mutuo. Así, Froome reforzó su legado como líder y compañero ejemplar.
Geraint Thomas, ganador del Tour de Francia 2018
El legado de Froome y sus grandes rivales
Las cuatro victorias de Chris Froome en el Tour no solo hablan de su calidad como ciclista, sino también de la talla de sus rivales. Desde los conflictos internos con Wiggins, pasando por los duelos épicos con Contador, Nibali y Quintana, hasta los ataques sin tregua de Bardet, cada Tour exigió lo mejor de Froome.
Hoy, quizá ya no sea el corredor dominante que fue, pero entre 2013 y 2017, Froome fue el referente absoluto de la clasificación general. Esa es la versión de él que sus seguidores nunca deberían olvidar.
Chris Froome, ganador de 4 ediciones del Tour de Francia, todas en la década 2010