"Esperaba que se viniera abajo": Dos franceses se quedaron a las puertas del podio en la París-Tours

Matteo Trentin volvió a hacer historia. En una jornada donde la experiencia y la sangre fría fueron más decisivas que la fuerza bruta, el corredor italiano del Tudor Pro Cycling Team logró detener el reloj del tiempo y revivir los mejores momentos de su carrera. A los 36 años, y en la que era su última carrera de la temporada, Trentin firmó una victoria de oro en la París-Tours 2025, imponiéndose en el sprint final a Christophe Laporte y Albert Philipsen, tras un desenlace tenso y lleno de incertidumbre.

La clásica francesa, famosa por su imprevisibilidad, ofreció una edición acorde a su reputación: caótica, accidentada y emocionante hasta el último metro. Con carreteras estrechas, tramos de grava, pinchazos y sucesivas reorganizaciones, la prueba se transformó en una batalla de supervivencia más que en una demostración de control táctico.

Desde los primeros kilómetros, la carrera mostró su carácter volátil. Como suele suceder en este evento tan impredecible, la jornada estuvo marcada por una sucesión de golpes de suerte, decisiones arriesgadas y pequeños errores tácticos. La escapada inicial, que parecía destinada a ser absorbida con más calma, fue neutralizada cuando restaban 48 kilómetros, dejando el escenario abierto a los ataques.

El infortunio tampoco tardó en aparecer: Arnaud De Lie y Jonas Abrahamsen, dos de los grandes favoritos, sufrieron pinchazos en un momento crítico, quedando fuera de la lucha por la victoria. Fue entonces cuando Paul Lapeira y Thibaud Gruel decidieron aprovechar la confusión y lanzar su apuesta desde lejos, intentando mantener a raya a un grupo perseguidor que venía cada vez más organizado.

La tensión fue en aumento cuando, en los kilómetros finales, un grupo compacto y de gran nivel formado por Laporte, Trentin, Stefan Bissegger, Albert Philipsen y Mathias Vacek (Lidl-Trek) consiguió reagruparse y llegar a la recta final con opciones de victoria. A partir de ahí, la carrera se convirtió en un duelo de nervios, con cada corredor midiendo sus fuerzas y esperando el momento exacto para lanzar el ataque definitivo.

Tras la meta, los protagonistas de la escapada reflexionaron sobre lo ocurrido en declaraciones a Le Gruppetto, dejando ver que la tensión y la incertidumbre marcaron sus decisiones.

Paul Lapeira explicó que su táctica estuvo condicionada tanto por el conocimiento mutuo con su compañero de fuga como por la presión de tener rivales peligrosos persiguiendo desde atrás:

“Hemos corrido. Nos conocemos bien con Gruel, así que sabemos que los dos lo haremos bien en el sprint. No estaba seguro de mis posibilidades, así que sabía que tenía a Bissegger detrás. Me permití jugar; él aguantó mentalmente. Esperaba que se viniera abajo”.

Por su parte, Thibaud Gruel fue más autocrítico y reconoció que el exceso de confianza y el carácter impulsivo del momento les costaron una mejor posición final:

“En retrospectiva, nos sentimos un poco tontos mirándonos el uno al otro. Yo me la jugué, me dije ‘joder, es sólo un partido, voy a divertirme hasta el final, me importa un bledo. Quiero ganar o nada más’. Jugué, no me arrepiento, pero el quinto puesto es un poco duro”.