Michael Matthews es uno de los pocos corredores que ha conseguido subirse en tres ocasiones diferentes al podio de un Mundial. Pero para más colmo, el australiano nunca lo ha ganado. Por lo tanto, es normal que tenga una espina clavada con el maillot arcoíris. En 2025, afrontará su último año de contrato con el Jayco-AlUla, aunque está en negociaciones para ampliarlo.
En una entrevista reciente, Matthews ha hablado con Ciclismoaldia. "Si no está roto, no lo arregles" es la expresión que mejor se ajusta a los principales objetivos de Matthews para la próxima temporada. Tras terminar segundo en la Milán-San Remo y en el Tour de Flandes (siendo relegado de este último); correr el Tour de Francia y luego las clásicas con colinas y el Mundial a finales de año, el corredor de 34 años admite que no tiene intención de cambiar una fórmula ganadora.
"No hay grandes cambios no, creo que este calendario me va muy bien. Lleva mucho tiempo funcionando. Sinceramente, desde el punto de vista del programa de carreras, me gustaría mantenerlo igual, creo que ese es el plan hasta ahora", explicó. "Sólo tengo que retocarlo, asegurarme de que soy un poco más rápido, un poco más fuerte, trabajar básicamente desde mi punto de vista". Se le preguntó ampliamente sobre su amistad y entrenamiento con Tadej Pogacar, con quien comparte una gran relación personal, pero una acalorada rivalidad en la carretera.
Matthews fue gran amigo de Richie Porte en el pasado, y actualmente compañero de entrenamiento del campeón del mundo. Contar con un buen flujo de compañeros de entrenamiento de talla mundial en las montañas cercanas a Mónaco es, sin duda, uno de los aspectos de la longevidad de Matthews en este deporte -en la rueda de prensa lució con acierto una gorra que mencionaba 2013, el primer año que corrió con el equipo australiano-, pero hay mucho que hacer para estar a la altura de las nuevas generaciones que, según sus propias palabras, siguen "batiendo récords en cada carrera".
"Creo que cada año me exijo más a mí mismo. Aportando cosas nuevas al entrenamiento, a la nutrición, a mi gimnasio... También con la psicología deportiva. Trato de poner en práctica pequeñas cosas cada año para no estancarme", justifica. Después de terminar tan fuerte tanto en San Remo como en Flandes, podría incluso decirse que Matthews se encuentra actualmente en su mejor nivel. "El deporte está evolucionando, siempre estamos aprendiendo cosas nuevas sobre cómo podemos mejorar y supongo que sólo la consistencia, básicamente. No creo que haya mucha gente que ame este deporte más que yo, es lo que vivo y respiro. Hasta que deje de ser competitivo, espero seguir aquí".
Le apasiona la Milán-San Remo, una carrera que termina a sólo unos kilómetros de su casa y que perdió este año después de que se le cayeran las gafas de sol del casco en el sprint final contra Jasper Philipsen y le hicieran perder velocidad. Pero ésta no es la carrera que más sueña con ganar. Esa sigue reservada a una en la que ha subido tres veces al podio (segundo en Richmond 2015; tercero en Bergen 2017 y Wollongong 2022).
"Creo que el Mundial ha sido una burla para mí durante mucho tiempo. Ver a todos mis competidores conseguir esos maillots a rayas a lo largo de los años ha sido difícil de digerir. Para reducirlo a una carrera, diría que el Mundial, sí", admite.
Pero es probable que 2025 no sea su año. Cree que el recorrido montañoso de Ruanda es demasiado difícil para un especialista en clásicas como él. "Sin ver el recorrido perfectamente, desde lejos diría que es un recorrido muy difícil. Son 5000 metros [de subida]. Viendo cómo van las carreras hoy en día, no van a quedar muchos. Creo que podría faltar un año, pero creo que veremos más una vez que alguien de Cycling Australia vaya allí y nos haga entender lo que tenemos allí", concluyó.