Remco Evenepoel es uno de esos corredores que está destinado a marcar una época. En los pasados
Juegos Olímpicos de París 2024, lo volvió a demostrar convirtiéndose en el primer hombre de la historia en ganar la medalla de oro tanto en la contrarreloj como en la prueba en línea.
En la carrera en ruta, Evenepoel hizo gala de su dominio y se impuso en solitario. Sin embargo, la carrera dio un vuelco dramático a falta de 3,8 km cuando Evenepoel sufrió un pinchazo que puso en peligro sus opciones a la medalla de oro. Lo que podría haber sido un momento desastroso se solucionó rápidamente gracias a la rápida reacción de su mecánico, Kurt Roose.
Roose, reflexionando sobre el casi fallo en la Crystal Bicycle Gala, habló sobre el torbellino emocional de ese día. "Una sensación muy especial. Se me ponen los pelos de punta. Un momento fantástico. Aunque tengo que admitir que ahora, aquí en el sofá, estoy más nervioso que entonces".
Uno de los mayores retos de la carrera fue la prohibición de los auriculares, que dificultó la comunicación entre el equipo y el ciclista. Roose explicó: "Fue un día muy ajetreado", y añadió que la prohibición interrumpió los canales de comunicación habituales. "De lo contrario, estarías en el coche con dos jefes de equipo, ahora sólo Sven y yo estábamos en sintonía".
Recordando el dramático pinchazo, Roose describió el momento vívidamente: "En el momento en que pasa por esa curva, oigo a Sven gritar: '¡Ha pinchado! Entonces, sacas la bici del portaequipajes y corres lo más rápido que puedes".
A pesar de la presión del momento, la experiencia y la calma de Roose demostraron ser inestimables. "Por suerte, ya tengo experiencia con los cambios de bici. En realidad, es un trabajo diario para mí", comentó.
Al final, estuvo a punto de fallar. Gracias a las reacciones de Roose, Evenepoel pudo recuperarse rápidamente y continuar su camino hacia la victoria, haciendo historia en el proceso.
Incluso con el inesperado pinchazo, el corredor del
Soudal Quick-Step cimentó su lugar en la historia olímpica con su doble medalla de oro. Y para Kurt Roose, fue un día lleno de orgullo, nervios y, en última instancia, la satisfacción de ayudar a Evenepoel a alcanzar la grandeza.