En el mundo del deporte, siempre que sale una joven promesa ya recibe la etiqueta de 'nuevo... y la superestrella que sea'. Esto es algo que ciertos competidores pueden llevar bien pero otros no tanto. Es lo que le ha pasado a dos talentosos ciclistas del
Soudal Quick-Step, que han preferido dejar la bicicleta a nivel profesional por culpa de la presión por tener que estar rápidamente al nivel de
Tadej Pogacar o
Remco Evenepoel.
Gabriel Berg y Cormac Nisbet parecían tener una prometedora carrera en el pelotón, pero en lugar de pasar del equipo de desarrollo del Soudal Quick-Step al equipo profesional, ambos han decidido poner fin a sus respectivos sueños ciclistas. Nisbet dijo a través de un post en su cuenta oficial de Instagram: "He llegado a un acuerdo con el hecho de que el estilo de vida que una vez soñé cuando era un niño ya no era un futuro que deseaba seguir, no me traía felicidad. Como resultado, he decidido alejarme de las carreras a este nivel y, posteriormente, hemos acordado mutuamente dejar el equipo Soudal Quick-Step Devo con efecto inmediato".
"Desde que tengo uso de razón he tenido un gran objetivo en la vida: convertirme en ciclista profesional. No importa lo que haya sucedido fuera de ese objetivo, el ciclismo me ha dado la disciplina, la concentración y la separación para perseguirlo. Me ha recompensado de maneras que no creía posibles y me ha desafiado a sangre, cicatrices y lágrimas", continuó. "El ciclismo es una montaña rusa y las subidas son menos frecuentes que las bajadas. Sin embargo, cada momento, bueno y malo, me ha hecho más fuerte y mejor persona. Le debo mucho. También debo una cantidad inconmensurable de gratitud a algunos mentores increíbles que he tenido. Personas que me han guiado en los momentos difíciles, me han dado oportunidades y han creído en mí cuando la mayoría no lo hacía".
En una extensa entrevista concedida a
L'Equipe entretanto, Berg explicó sus propias razones para retirarse prematuramente del ciclismo. "Tomé la decisión de dejar el ciclismo al más alto nivel y volver al ciclismo que amaba, con menos dolores de cabeza, menos limitaciones y quizás incluso más placer", explicó Berg. "Me encanta el ciclismo, y convertirme en profesional era uno de mis sueños, pero este año me hizo darme cuenta de que no era necesariamente para mí debido a los muchos sacrificios, el tiempo lejos de mis seres queridos, las repetidas caídas, la tensión constante, el poco tiempo para hacer otra cosa".
A pesar de no haber alcanzado nunca el máximo nivel, Berg ya siente los efectos de los rigores y peligros de este deporte. "El pasado julio, durante una carrera en Bélgica, sufrí cuatro caídas en diez kilómetros. Mi edad influyó en mi decisión de dejarlo. A los 18 años no estaba preparado, era demasiado pronto. No tenía la madurez necesaria para dejarlo todo por el ciclismo. No sabía cómo convertir mi pasión en una carrera. Me sentía atrapado en una rutina, ciclismo, ciclismo, ciclismo, todo el tiempo. Aparte del ciclismo, no veía a nadie. Ya no tenía vida social. Cuando mis amigos me proponían ir de vacaciones o de excursión, me negaba. Estas pequeñas cosas se acumulan".
"Los equipos de desarrollo no quieren perderse la próxima pepita de oro, el futuro Pogacar, el futuro Evenepoel. Así que en cuanto un junior obtiene resultados, lo fichan, salvo que no todos somos como Pogacar o Remco", señala Berg. "No me arrepiento de mis elecciones. Fue una gran experiencia. Dentro de dos o tres años, puede que vuelva a intentarlo. Sigo montando. Voy a volver a sacarme la licencia de aficionado. Y cuando voy a entrenar sigo poniéndome el maillot del Quick-Step. Sólo quiero decir a los jóvenes corredores que aprovechen al máximo sus años de júnior, son los mejores. Y que no abandonen sus estudios. Necesitáis algo por si las cosas van mal, es una carrera ciclista".