En esta temporada 2025, en la carretera, ha quedado demostrado que
Tadej Pogacar es el mejor ciclista del mundo con diferencia. ¿Invencible? En grandes vueltas, seguro. En monumento con mucha montaña, también. Pero
Jasper Philipsen no cree que al esloveno haya que temerle en todos los terrenos, sobre todo en aquellos donde su compañero
Mathieu van der Poel sigue siendo el rey.
La estrella belga, en declaraciones a Tutto Bici Web tras cerrar su año en el Criterium de Singapur del Tour de Francia EFGH, habló sobre ello, además de revelar que el Alpecin-Deceuninck quiere que invierta más energía en los monumentos de un día que definen el inicio de la primavera.
Entre los hombres que se interponen entre Philipsen y el adoquinado se encuentra Tadej Pogacar, que sorprendió a muchos con su debut en la París-Roubaix a principios de este año. Sin embargo, a pesar de calificar al esloveno de "casi imbatible", Philipsen insiste en que la estrategia de equipo adecuada aún puede derribarle.
"No nos fijamos demasiado en los rivales, pero si
Tadej está en la línea de salida, obviamente es uno de los favoritos, tanto si se trata de una clásica llana como de una con subidas. Es casi imbatible, pero con nuestro equipo, y con Mathieu van der Poel, tenemos fuerzas para jugar la carta del equipo e intentar ganarle", comenzó señalando Jasper Philipsen.
Esa palabra - equipo - es clave. Para Philipsen, correr al lado del ex campeón del mundo ofrece seguridad y motivación. Su dupla, perfeccionada en los últimos años, podría resultar decisiva en la carrera sobre adoquines de 2026.
"Con Mathieu ahí, sabemos que podemos hacer que la carrera sea agresiva e impredecible. Ahí es cuando damos lo mejor de nosotros", añadió.
Van der Poel ganó a Pogacar en Milán-San Remo y París-Roubaix este 2025
Philipsen, a por la evolución
"El equipo está tratando de empujarme más hacia las clásicas, especialmente al principio de la temporada. Eso significa, naturalmente, centrarse menos en los sprints puros, pero eso no es un problema. Luchar por victorias en carreras con las que sueño -como Roubaix- es algo especial", comentó Jasper Philipsen sobre sus propios objetivos.
A sus 27 años, Philipsen está entrando en la fase de su carrera en la que los corredores suelen redefinirse a sí mismos. Su combinación de velocidad punta y resistencia ya le ha convertido en uno de los velocistas más peligrosos del pelotón, pero cree que su desarrollo puede continuar en otras direcciones.
"Siempre intentas mejorar, pero una vez que alcanzas cierto nivel, las ganancias son menores. Ya no es como cuando tienes 15 años y puedes añadir 20 vatios cada año; ahora se trata de afinar el motor y encontrar pequeñas mejoras".
Esas mejoras podrían convertir pronto a Philipsen en una potencia de las clásicas, en lugar de un simple cazador de etapas de grandes vueltas: "Es un bonito reto. Ganar sprints en grupo es una cosa, pero ser capaz de luchar por la victoria en las carreras de un día más importantes del mundo... esa es otra sensación totalmente distinta".
A pesar de su creciente apetito por el éxito en las clásicas, Philipsen no abandona las llegadas rápidas que le hicieron famoso. El Tour de Francia, insiste, sigue siendo el "objetivo principal", una carrera que todavía define su temporada.
"A.S.O. siempre intenta hacer la carrera más emocionante. Este cambio significa que hay más escenarios posibles, desde un sprint al pelotón hasta ataques tardíos. Hará que la etapa sea más abierta y emocionante".
Después de haberse enfundado el maillot amarillo en el Tour y el maillot rojo en la Vuelta este año, las ambiciones de Philipsen van más allá de la velocidad pura. Su campaña de 2026 se está construyendo no sólo en torno a la victoria, sino también en torno a la versatilidad, y demostrando que los velocistas pueden evolucionar sin perder su instinto.
"El ciclismo es siempre pasión y emoción. Eso es lo que te hace seguir adelante, sea cual sea el objetivo", concluyó.