En los últimos meses, en el mundo del ciclismo se ha hablado mucho de la precaria situación de Sir Bradley Wiggins. La leyenda del ciclismo se encuentra en bancarrota, con una deuda que ronda los 2 millones de dólares.
En medio de este calvario, Wiggins ha recibido la ayuda del personaje que pocos se podrían haber esperado: Lance Armstrong. La figura non grata del ciclismo, debido a su pasado tan oscuro fruto del doping, le ha tendido su mano al británico.
Armstrong, que en su día fue el mayor icono del ciclismo, cayó en desgracia tras admitir su dopaje, pero en los últimos años, el estadounidense y Wiggins se han acercado. Tanto es así, que el estadounidense lleva tiempo presionando a Wiggins para que acuda a terapia con el fin de tratar sus problemas, relacionados con los abusos que sufrió en su juventud.
El ganador del Tour de Francia 2012, después de insistir una y otra vez, ha decidido finalmente probar la terapia por primera vez, y Armstrong ha pagado todos los honorarios como gesto de buena voluntad.
"Lance, me ha ayudado mucho en los últimos años, más este año. Estuvimos hablando de terapia, quiere pagarme para que vaya a este gran lugar en Atlanta, donde vas y te quedas una semana", explica Wiggins en un podcast. "Es un buen hombre. Hizo lo que hizo, eso no es condonar su pasado. Tiene corazón en alguna parte".
En los dos últimos años, los problemas de salud mental de Bradley Wiggins se han combinado con sus problemas financieros. "Hubo momentos realmente extremos. Probablemente el último fue hace un año, sin entrar en demasiados detalles", recuerda.
"Estuve en un lugar muy oscuro, en una habitación muy oscura durante muchos días, en un hotel, y mi hijo fue quien intervino y me hizo darme cuenta y reconocer el modo autodestructivo en el que me encontraba. Siempre había algo que me causaba problemas y me daba una razón para no ser feliz, y siempre había algo en el horizonte. Pero ahora me he dado cuenta de que nunca va a haber un camino claro. Me doy cuenta de que nacemos en una lucha y es lo que haces con esa lucha, esta vida. Me negué a aceptar la terapia. Me decía: 'ningún terapeuta va a tener nunca la educación suficiente para entender lo que pasa por mi cabeza'".
Gracias al apoyo de su familia y amigos, Wiggins ha vuelto al buen camino y se encuentra en un estado de ánimo positivo. "Sinceramente, me encuentro en el mejor momento en el que he estado en 44 años de mi vida. Y eso se debe en gran parte al hecho de que he estado en el culo del mundo y he estado en lugares oscuros a veces por diversas razones", explica. "Siempre culpé al éxito, pero ahora me doy cuenta de que fue multifactorial y hubo muchas otras cosas que contribuyeron a ello, y he pasado los últimos cinco años ordenando eso en mi cabeza. Por fin he asumido la responsabilidad de mi propia vida y ahora no estoy en una posición en la que juegue a echarme la culpa".