Prácticamente como cualquier deporte, el ciclismo está en constante evolución. Los avances en las tecnologías y métodos de entrenamiento provocan que la transformación se traslade a la forma en la que se compiten carreras como el
Tour de Francia. Si se echa un vistazo a lo que era hace 100 años, la diferencia es abismal.
Por esta razón, con motivo de la temporada baja, en la que los
análisis se multiplican, hemos decidido profundizar en este tema junto a nuestros compañeros de
CylingUpToDate, Desde la independencia de los primeros corredores hasta la maquinaria corporativa de los equipos actuales, hoy vamos a hablar sobre lo mucho que han cambiado los equipos ciclistas en los últimos 100 años y por qué ahora es un deporte de equipo. Y nos preguntamos: ¿quién sería el número 1 si el ciclismo siguiera siendo un deporte tan individual?
Humildes comienzos
El primer Tour de Francia fue lo más crudo posible. Imagínese a un ciclista que participa en el Tour por su cuenta, sin mecánico ni nutricionista, y mucho menos un autobús de equipo, para apoyarle en el camino... No hay casi ninguna posibilidad de que lleguen a París, pero hace cien años el ciclismo era en gran medida un deporte en solitario.
Los participantes dependían enteramente de sí mismos para recorrer los 2.428 kilómetros del recorrido, repartidos en seis etapas. El equipamiento era rudimentario, las carreteras estaban mal mantenidas y los corredores solían llevar sus propias piezas de repuesto y comida. No podemos imaginar que a
Tadej Pogacar o
Jonas Vingegaard les apeteciera llevar una rueda de repuesto a través de los Pirineos. Para la mayoría, la motivación principal era la gloria personal, ya que los modestos premios ofrecidos por los organizadores de la carrera ofrecían muy pocos incentivos económicos.
¿Qué ha cambiado?
En la década de 1930, el panorama del ciclismo profesional había empezado a cambiar. Los equipos organizados por federaciones nacionales se convirtieron en algo inevitable, como el Tour de Francia, y por primera vez los ciclistas podían contar con apoyo externo. Estos equipos solían estar financiados por fabricantes de bicicletas y empresas locales, lo que marcó el inicio del patrocinio en el ciclismo. Aun así, los recursos eran limitados y los ciclistas solían encargarse de sus propias reparaciones, alimentación y logística. El éxito seguía siendo en gran medida un objetivo individual, en el que el trabajo en equipo y la ayuda externa desempeñaban un papel mínimo. Pero las cosas estaban a punto de cambiar.
La posguerra trajo consigo avances significativos en la estructura de los equipos y sus recursos. La introducción de equipos comerciales, respaldados por entidades comerciales, marcó el comienzo de una nueva era de profesionalismo que el ciclismo nunca había visto antes. En la década de 1970, los equipos ciclistas empezaron a funcionar con un nivel de organización que reflejaba el creciente interés comercial por el deporte, y los patrocinadores vieron el potencial de exposición de sus marcas a través de carreras televisadas y eventos emblemáticos como el Tour de Francia.
Los equipos se ampliaron para incluir las funciones con las que ahora estamos familiarizados, como directores, mecánicos y soigneurs, que ofrecían a los corredores orientación estratégica, apoyo técnico y atención física durante las carreras. Innovaciones como el coche de equipo permitieron a los directores ofrecer asistencia en tiempo real y asesoramiento táctico durante las carreras, lo que cambió radicalmente la dinámica del deporte.
Los equipos ciclistas modernos han elevado la profesionalidad a un nivel completamente nuevo, asemejándose a empresas multinacionales en su escala y funcionamiento. Los presupuestos de equipos punteros como INEOS Grenadiers y UAE Team Emirates superan ya los 50 millones de dólares anuales, con una parte significativa financiada por patrocinadores principales.
Según informes de la UCI, el patrocinio representa hasta el 70% del presupuesto de un equipo profesional, lo que subraya la naturaleza comercial del ciclismo contemporáneo. Nos encontramos en un momento en el que la principal prioridad de un equipo es conseguir patrocinadores o, de lo contrario, nunca logrará situarse al frente del pelotón. Al mismo tiempo, los equipos también deben dar prioridad a los puntos UCI para asegurarse o conseguir su licencia WorldTour, y es increíblemente difícil hacerlo sin un respaldo financiero sustancial de los patrocinadores.
Equipos modernos como el UAE Team Emirates son irreconocibles de las escuadras originales de las grandes vueltas
Los equipos actuales son también mucho más grandes y especializados que los de antaño. Un equipo WorldTour típico emplea no sólo a corredores, sino también a una amplia gama de personal de apoyo, incluidos no sólo los que se ven en el coche del equipo, sino también nutricionistas, fisiólogos y científicos del deporte. Estos expertos analizan los datos de las sesiones de entrenamiento y las carreras para perfeccionar las estrategias y maximizar el rendimiento. La introducción de medidores de potencia, tecnología portátil y herramientas de comunicación avanzadas ha revolucionado aún más el funcionamiento de los equipos, permitiéndoles tomar decisiones basadas en datos en tiempo real. Algunas de estas palabras e ideas habrían sido completamente extrañas incluso para los corredores más preparados hace cien años.
También hay que tener en cuenta el papel de los medios de comunicación, cuya implicación en el ciclismo no se puede subestimar. Hoy en día, los equipos emplean a personal especializado en comunicación para gestionar su presencia en las redes sociales e interactuar con los aficionados, todo ello con el fin de mantener contentos a sus patrocinadores y atraer a otros nuevos. En los primeros tiempos del ciclismo, la cobertura mediática se limitaba a las crónicas de las carreras en los periódicos, pero hoy en día las retransmisiones en directo son lo mínimo que esperan los aficionados. Los aficionados cogen su teléfono, abren las redes sociales e interactúan con sus corredores favoritos o ven documentales entre bastidores que les acercan más que nunca a la acción.
¿Cómo les iría a Tadej Pogacar, Jonas Vingegaard y Remco Evenepoel en el Tour de Francia sin un equipo detrás?
Comparar el primer Tour de Francia con la actualidad es, literalmente, como comparar dos deportes diferentes. De acuerdo, se podría decir lo mismo de la mayoría de los deportes, pero si se analiza en profundidad, el ciclismo es uno de los que más ha cambiado. Antes era un deporte en solitario, ahora es imposible competir sin un equipo de cientos de personas.
En 1903, los corredores solían competir individualmente o en equipos poco organizados y con recursos mínimos. Hoy en día, los equipos están formados por hasta 30 corredores, apoyados por un amplio personal, y funcionan con presupuestos de varios millones de euros. La integración de los sistemas de apoyo, desde los cocineros de equipo hasta el personal médico, pone de relieve lo lejos que ha llegado este deporte a la hora de dar prioridad al bienestar de los ciclistas y a su rendimiento. Ha pasado mucho tiempo desde que una lata de coca cola y unos cigarrillos eran suficientes.
Es difícil comprender cuánta preparación requiere una carrera. En un solo equipo, los directores y jefes tienen que reunir a gente de todos los rincones del mundo, creando una pesadilla logística al intentar organizar a cientos de personas en torno a un objetivo: ganar. Y ni siquiera hemos tocado los aspectos tecnológicos y científicos del deporte, ya que los científicos del deporte y los médicos de los equipos descubren constantemente nuevas formas de mejorar el rendimiento, el entrenamiento y la recuperación de los corredores. Por supuesto, situaciones como la
polémica actual sobre el monóxido de carbono ensombrecen este aspecto del deporte, pero en su mayor parte, la ciencia deportiva es un notable reflejo de la evolución humana.
A pesar de estos avances, la esencia del ciclismo no ha cambiado: sigue siendo una prueba de hasta dónde puede llegar una persona sobre la bicicleta. Sin embargo, la forma en que los ciclistas se preparan para la prueba física definitiva ha evolucionado significativamente. Los equipos analizan ahora todos los factores posibles, desde la aerodinámica hasta los patrones de sueño, en su búsqueda de la victoria. Esta meticulosa atención al detalle habría sido impensable a principios del siglo XX, pero ahora no se puede pasar sin ella.
Uno de los aspectos más sorprendentes del ciclismo moderno es el nivel de colaboración y comunicación dentro de los equipos. Cuando vemos a Tadej Pogacar en nuestras pantallas de televisión destrozando el pelotón con un ataque, hay muchos cuerpos detrás de la escena que lo hacen posible. Sí, tiene un talento increíble, pero ¿podría haberlo hecho sin un equipo detrás? Por supuesto que no.
A muchos aficionados les encantaría ver un Tour de Francia libre para todos, en el que cada uno corriera por su cuenta sin ningún equipo que le apoyara. Y ahí es donde dejamos este artículo: ¿quién sería el mejor del pelotón si tuviera que hacerlo todo él solo?