El trabajazo que requieren los adoquines de la Paris-Roubaix para que estén perfectamente colocados antes de la carrera es bien conocido (este año el próximo 9 de abril). Muchos son los voluntarios los que cada año, con todo el cariño del mundo, se dedican a colocar los adoquines en las zonas sin ellos para que los ciclistas puedan dar uno de los mayores espectáculos de cada temporada.
Lo que es menos conocido es que otro tipo de "operarios" tiene que entrar en acción en el bosque de Arenberg para dejarlo todo muy limpio. En concreto, 40 cabras que la organización coloca por todo el tramo de 2300 metros para que se coman todas las hierbas que hay entre los adoquines y que haría imposible rodar a los corredores.
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Sería imposible el Infierno del Norte sin ellas: