Tadej Pogacar es el mejor ciclista profesional del pelotón actual y, sin duda, el más exitoso de su generación. Desde su nutrición hasta su entrenamiento, todo se analiza al milímetro por ciclistas de todos los perfiles para encontrar dónde mejorar, tomando como referencia a un corredor de dimensiones incalculables. El campeón del mundo ha hablado sobre cuál es su tipo de entrenamiento favorito.
Pogacar pasó a profesional en 2017 y en 2019 firmó por el
UAE Team Emirates XRG, donde en año y medio se convirtió en ganador del Tour de France y en una estrella absoluta. Pero aquel corredor, ya dominante, aún estaba lejos de su techo y, especialmente tras cambiar de preparador de cara a 2024, el salto volvió a ser notable: el esloveno ha alcanzado un nivel inigualable. Ahora le entrena Javier Sola, el español señalado como figura clave en el dominio del
UAE Team Emirates.
De ahí que la relación entre ambos sea buena y Pogacar no se corte al elogiarle: “Hablamos con Javier todos los días; es una guía increíble y tenemos una conexión perfecta", dijo en una reciente entrevista con la Gazzetta dello Sport.
“Tampoco me gusta demasiado lo explosivo. Y cuando el entrenador pone solo rodar y diez sprints al principio y diez al final o algo así, ese es el peor entrenamiento, ya sabes a qué me refiero", confesó Pogacar en el
podcast Fuglsang i Feltet del medio danés
Feltet.
Sin embargo, lo que sea necesario por el rendimiento, se hace. Es clave en corredores de este nivel, que ya tienen afinados tantos aspectos del deporte. En la entrevista con el medio italiano, Pogacar añadió que evolucionar como ciclista es de lo que más le motiva, aunque no siempre traiga resultados: “Pero hay algo que me motiva más que cualquier otra cosa. Ver hasta dónde puedo exigirme para mejorar. Entrenar, competir, todo. Encontrar nuevas formas de avanzar, de mantenerme arriba. En resumen: seguir siendo la mejor versión de mí mismo”.
Para ello, los ciclistas del calibre de Pogacar suelen tener una agenda muy cargada durante todo el año, con entre 50 y 70 días de competición, además de concentraciones y reconocimientos de recorrido para pruebas clave. Esto desemboca, por lo general, en un calendario muy apretado de diciembre a octubre.
En 2024, por ejemplo, Pogacar participó en la concentración del equipo en diciembre y, pese a empezar tarde la temporada, corrió Strade Bianche, Milano–Sanremo, Volta a Catalunya; hizo una concentración en altura de tres semanas, disputó Liège–Bastogne–Liège; afrontó el Giro d'Italia (que ganó), luego otra concentración de tres semanas y después el Tour de France. Cuando se gestiona bien la fatiga y se evitan lesiones y enfermedades, un calendario así puede impulsar mejoras, especialmente teniendo en cuenta que entonces Pogacar tenía 25 años.
Pogacar ha dominado tanto el Tour de France 2024 como el de 2025, con métodos de entrenamiento y nutrición impensables hace una década
Mantener la salud también es clave, y la rivalidad entre Mathieu van der Poel y Wout van Aert es un buen ejemplo. Van der Poel, desde comienzos de 2023, reside en España, donde el clima es favorable todo el año, y ha evitado grandes contratiempos; mientras que van Aert, solo en 2024, sufrió dos caídas gravísimas en Dwars door Vlaanderen y en la Vuelta a España. Además de los obstáculos físicos y psicológicos, al belga le arrebataron meses de competición y entrenamiento que habrían favorecido su evolución, obligándole a centrarse en la recuperación.
Ahora más que nunca, los ciclistas también entrenan muy duro en invierno. Es el caso de Pogacar. Basta con remitirse a las palabras de su compañero Nils Politt en el podcast Ulle and Rick: “En nuestro campus de diciembre, básicamente nunca hay un plan claro. Algunos equipos practican contrarreloj por equipos, otros los lanzamientos. Con nosotros, es a tope. Recuerdo una salida de entrenamiento el año pasado que, cuando miré el archivo, los números eran exactamente los mismos que en el Tour des Flandres, donde fui tercero. Y eso era entrenamiento”.
Nils Politt y Tadej Pogacar explorando el recorrido de Paris–Roubaix antes del debut del campeón del mundo en 2025. @Sirotti
Entonces, ¿qué le gusta a Pogacar?
Pero a Pogacar le gusta tomárselo con más calma: “En invierno, me encanta la zona 2, 5-6 horas. Sobre todo cuando vas solo y haces un gran bucle o algo así. Me encanta, mantener la potencia alta. Vuelves a casa cansado y molido, pero has ido todo el día rápido, y sienta muy bien”.
Es también lo que hace antes de las grandes carreras donde la resistencia es clave. Hablamos, sobre todo, de los monumentos, que a menudo se van a seis horas o más de esfuerzo; pero también de las Grandes Vueltas, donde la recuperación es determinante para un líder y los hombres de la general deben asumir cargas de entrenamiento elevadas para soportar la exigencia de competir día tras día a alta intensidad.
“Pero luego en verano o antes de las grandes clásicas de un día, me gusta volver a hacer seis horas, a ritmo bastante alto durante todo el día”, explica. “Detrás de la bici 1-1,5 horas, apretar un poco y luego algo explosivo en la última hora. Este es uno de mis entrenos favoritos”. Ese trabajo a ritmo alto durante horas también explica por qué el esloveno brilla en ataques lejanos, y cada vez más forma parte de la rutina de los profesionales.
También es necesario entrenar a muy alta intensidad para trabajar otros aspectos del ciclismo, como los esfuerzos máximos tras muchas horas de carrera; pero, sobre todo, las exigencias nutricionales del pelotón moderno, imprescindibles para sostener potencias que siguen batiendo registros. Pogacar, por ejemplo, durante una etapa de montaña del Tour de Francia de este año, consumió de media 90 gramos de carbohidratos por hora durante 5 horas, según Velon, por lo que es necesario que los corredores estén bien adaptados no solo de piernas, también de cabeza y de estómago.