El ciclismo es un deporte que, irónicamente, no figura entre los más respetuosos con el medio ambiente. Aunque las bicicletas en sí tienen un impacto bastante reducido, el convoy y la logística que conllevan las carreras lo convierten en un foco de emisiones. La
UCI es consciente de ello y está estudiando junto con los equipos la forma de reducirlas, como explica en una entrevista reciente.
"No hay más remedio que cambiar. No estamos al nivel que deberíamos. Estamos en el buen camino, pero nuestro punto de partida no era bueno y aún queda mucho por hacer", declaró Lappartient a CyclingWeekly. "Nuestra ambición es muy alta, queremos un diez. Y las cosas ya están mejorando. Tenemos objetivos compartidos, una visión, pero creo que tenemos que desarrollarnos aún más y que debería convertirse realmente en un objetivo compartido por todos. Tenemos que organizar el calendario WorldTour de forma que reduzcamos nuestras emisiones, de forma que no vayamos de un lado a otro del planeta cada dos meses".
A medida que los equipos se profesionalizan, también tienen a su lado más personal y más vehículos que les siguen el ritmo durante las carreras. "Vemos que el número de coches aumenta y eso no siempre está en consonancia con lo que queremos", describe Lappartient. "Los equipos tienen un gestor de redes sociales, cocineros, médicos, todos trabajos que antes no existían. Es bastante difícil cambiar esto, ya que los equipos creen que es necesario para rendir. ¿Deberíamos imponer restricciones? Es algo que tenemos que discutir con los equipos".
"Si queremos reducir nuestra huella ecológica, no tenemos otra opción que cambiar esto", responde en relación con los largos traslados que se producen durante las Grandes Vueltas, un punto muy criticado tanto por los corredores como por los aficionados que tienen en mente el cambio climático en curso. "Si quieren reducir sus propias emisiones en un 50%, es necesario que conduzcan coches eléctricos y reduzcan las distancias entre los desplazamientos".