En un deporte donde la tradición pesa tanto como las rampas más duras,
Quinn Simmons empieza a destacar no solo por lo que hace sobre la bicicleta, sino también por lo que dice fuera de ella.
En una extensa charla con
Bici.Pro, el corredor de 24 años del
Lidl-Trek ofreció una visión sorprendentemente franca sobre el presente del ciclismo profesional. Sus palabras cuestionan no solo la forma de correr, sino también cómo el deporte se presenta, se consume y cómo sus protagonistas son capaces —o no— de expresarse.
“No deberíamos dar siempre respuestas políticamente correctas”, afirmó Simmons. “Si en una carrera hubo un problema, si algo fue injusto o salió mal, no tendríamos que endulzarlo todo. Creo que podemos ser más honestos como corredores”.
Un mensaje que trasciende los habituales titulares postmeta. Según Simmons, la cultura ciclista actual filtra demasiado la personalidad, generando un pelotón de perfiles homogéneos, casi mecánicos, moldeados por los medios y los equipos. “Si todos empiezan a ser más abiertos, al final será normal y nadie destacará. En otros deportes los atletas son mucho más auténticos. En el ciclismo siempre hay que poner un filtro, y cuando alguien lo quita, se convierte en un problema”.
Más espectáculo sobre la bicicleta
El trasfondo de sus palabras es claro: el ciclismo necesita recuperar a sus showmen, aquellos Pantani, Sagan, Cipollini o incluso Wiggins que combinaban espectáculo deportivo con magnetismo fuera de la bicicleta. Simmons no oculta que su referente fue Peter Sagan: “Crecí viéndolo. Me encantaba su estilo, su agresividad en carrera y su forma de comportarse. Lo hacía todo más divertido”.
La cuestión es: ¿de dónde saldrán los próximos Sagan? Para Simmons, el ciclismo moderno, obsesionado con el rendimiento, los datos y la disciplina colectiva, sacrifica individualidad en nombre de las ganancias marginales. Los corredores son animados a seguir el plan del equipo y su imagen pública se ajusta a la medida de los patrocinadores.
Sus críticas no acaban ahí. Simmons también teme que el ciclismo esté fallando a la hora de atraer a los jóvenes en un mundo mediático acelerado y sobrecargado de estímulos. “El ciclismo no es atractivo para un adolescente hoy en día. Puede volverse aburrido. Yo no lo miro por diversión, lo hago porque amo la competición y quiero ser el mejor. Pero si quisiera divertirme, elegiría otro deporte. Para mí, el ciclismo es más importante que la felicidad”.
Una reflexión dura, casi fatalista, que pone sobre la mesa el riesgo de que la esencia del ciclismo —su mezcla de resistencia, estrategia y sufrimiento— se pierda frente a una generación criada en TikTok y la inmediatez.
Quinn Simmons es uno de los corredores que más espectáculo ofrece en el pelotón
Simmons pide cambios
Como alternativa, Simmons sugiere dar más peso a las carreras en circuito, al estilo de los Mundiales: “Son espectaculares. Acción constante desde el inicio, buen entretenimiento para el público y también más seguras para nosotros”.
Esta tendencia ya gana espacio en los recorridos modernos: circuitos finales que acercan al espectador, facilitan la retransmisión y crean tensión competitiva. Aunque Simmons admite que no todas las carreras encajarían en ese formato, cree que puede ser un camino a seguir.
Cuando habla de seguridad, se muestra aún más contundente. En particular con las radios de carrera, sobre las que no tiene dudas: “No entiendo por qué algunos quieren quitarlas. Sería peligrosísimo. Si un director no puede avisarnos de un accidente o un obstáculo en la carretera, es un problema grave. No hay debate: las radios deben quedarse”.
Su postura resume bien su carácter: Simmons no teme contradecir la nostalgia si lo que está en juego es la seguridad y la evolución del ciclismo.
Fijarse en otros deportes como ejemplo
El estadounidense también mira hacia otros deportes globales en busca de inspiración, sobre todo la Fórmula 1 y las grandes ligas norteamericanas como la NFL o la NBA. “En Estados Unidos saben muy bien cómo atraer al público. La Super Bowl, por ejemplo: ceremonias espectaculares, entretenimiento, datos en tiempo real… convierten el deporte en un show”. Simmons sugiere que el ciclismo podría tomar ideas, como abrir las comunicaciones por radio al público o usar telemetría en directo, para enriquecer la narrativa sin desvirtuar la competición.
En un mundo ciclista cada vez más dominado por los vatios y las métricas, Simmons reclama un cambio cultural: más seguridad, más espectáculo, pero sobre todo más autenticidad. No pide influencers disfrazados de ciclistas ni reality shows, sino corredores genuinos, capaces de competir con el corazón y expresarse con la misma libertad con la que atacan en una subida.
Quinn Simmons pide cambios en el ciclismo