Bradley Wiggins ha hablado mucho últimamente de su problemática relación con el ciclismo y las bicicletas, otros deportes y traumas infantiles. Esta última parte puede haberle impulsado al éxito en este deporte, pero también le ha llevado a dejar el ciclismo por completo tras retirarse. Recuerda cómo las palabras negativas de su padre le impulsaron a ser mejor.
"Un día leyó en una revista un 'B. Wiggins' en los resultados [cuando estaba] en Australia, y pensó: 'ese debe ser Bradley'. Quería formar parte del éxito y compensar todos esos años", cuenta Wiggins en el podcast Imposter Syndrome. Explica que su padre se había marchado cuando él era un bebé y que regresó al ver su éxito de joven en el ciclismo"...Al final le conocí dos años después, cuando yo tenía 19, porque no tenía dinero, y vino a Bélgica a una carrera que yo estaba haciendo y nunca lo olvidaré. Yo tenía 19 años".
Wiggins, que fue ganador del Tour de Francia y campeón olímpico, se convirtió en uno de los ciclistas más exitosos de la década de 2010 y se retiró en 2016. Tras dejar la carretera, siguió centrado en sus objetivos en la pista, y su origen británico le ayudó a hacer la transición lejos de las carreras, ya que se convirtió en una figura habitual en las retransmisiones televisivas de las carreras más importantes del mundo. Puede que todo ello se debiera a un trauma que le dejó su padre cuando era adolescente. "Gran parte de mi carrera como ciclista consistió en huir de mi pasado en realidad", admite. "Fue una buena distracción y gran parte de ella estaba intrínsecamente relacionada con mi padre y la falta de una figura paterna cuando era niño".
"Yo corría contra hombres y brillaba y él no podía con ello, no podía con la atención que había sobre mí. Me dijo: 'no olvides que nunca serás tan bueno como tu padre', me apretó el brazo y se acercó bastante a mí para que nadie más pudiera oírlo. Fue una experiencia inolvidable", explica. "A partir de ese día, durante mucho tiempo tuve el impulso de ser mejor que él".