Al igual que el año pasado, el
Alpecin-Deceuninck lo ha vuelto a hacer. El equipo belga ha dominado la
París-Roubaix, logrando el doblete con
Mathieu van der Poel como campeón y
Jasper Philipsen 2º nuevamente, por segunda vez consecutivo en el Monumento galo.
"Realmente nos hemos superado como equipo", reflexiona Philipsen en su entrevista posterior a la carrera. "No dudamos y tomamos el control de la carrera. Con alguien como Mathieu, que puede salir tan pronto, también nos resulta más fácil jugar un poco más a la defensiva y rodar más a rueda y poner nerviosos a los demás. Creo que podemos decir que hemos hecho una carrera perfecta".
Como mencionó Philipsen, van der Poel siempre conlleva la amenaza de un ataque temprano, algo que demostró el domingo por la tarde, consiguiendo la victoria en solitario masculina más larga de la París-Roubaix en 30 años. "Sabes que a los demás se les hunde el corazón. Me alegro de que Mathieu aguantara hasta el final, yo nunca podría habérselo hecho", valora Philipsen. "¿Pensé inmediatamente después en el segundo puesto? Hemos corrido para ganar y estoy muy orgulloso de haberlo conseguido de nuevo como equipo, uno y dos. Es fantástico, algo de lo que estar muy orgulloso".
"Al final sentí que la energía abandonaba mi cuerpo, pero ese fue el caso de todos", concluye. "Creo que podría haber una fiesta después de esta campaña clásica. Creo que sin duda nos la merecemos".