Al igual que los atletas de muchos deportes internacionales, los ciclistas pasan por muchos sellos de pasaporte. Para australianos como
Jack Haig, los viajes son aún más largos. Además, las circunstancias suelen llevar a una elección bastante incómoda: cambiar de continente o estar a caballo entre dos partes del globo, dos identidades y un estilo de vida fracturado.
"Ha cambiado un poco desde que empecé como profesional", declaró Haig a GCN antes del GP Québec. "El mundo se ha hecho más pequeño, así que es más fácil ser un profesional de un país no europeo. Pero también es más difícil vivir en Europa".
"Cuando empecé mi carrera, decidí que mi vida estaría en Europa. Muchos ciclistas intentaban ir y venir de Estados Unidos, Reino Unido y Australia fuera de temporada, pero ahora se ve que los chicos pasan cada vez más tiempo en Europa. Eso conlleva un mejor nivel general. La última vez que estuve en Australia fue en 2016. Ha pasado tanto tiempo que ya no tengo una red en Australia".
Aunque el coste puede haber sido alto, al principio, Haig se lo ha tomado bien. Se ha mudado a Andorra, se ha casado, ha tenido un hijo y se ha convertido en un experimentado corredor del WorldTour tras años de ser considerado la próxima gran esperanza de Australia. Haig se ha labrado una bonita carrera, pero aún así, le ha salido cara. "Cuando consigo un resultado puede tener cierta cobertura, pero si volviera atrás nadie fuera de mi familia y amigos me conocería".