Greg van Avermaet fue uno de los corredores más laureados del ciclismo moderno. Campeón olímpico, ganador de la Paris-Roubaix, portador del maillot amarillo en el
Tour de Francia y mucho más, recuerda su carrera con cariño tras retirarse al final de esta temporada.
"Ha sido una bonita carrera, y estoy muy contento de terminarla todavía de buena manera y siendo competitivo. No al mismo nivel que antes, pero puedo estar contento con lo que he hecho. Estoy contento con mi decisión", dijo van Avermaet en una entrevista con Cyclingnews. "Espero hacer algunas carreras de gravel el año que viene. Pero si quieres volver a hacerlo bien, tienes que empezar a entrenar de nuevo, haciendo 20 horas a la semana otra vez. No sé si estoy en condiciones de hacerlo. Pero seguro que seguiré montando en bici".
El belga cuelga las ruedas a los 38 años tras casi dos décadas en el pelotón. Profesional desde 2006, se convirtió en una figura tradicional de las clásicas adoquinadas, que fueron una gran parte de su carrera. Entre sus 42 victorias profesionales, varias en esta zona de Europa, su resistencia, su esprint y su capacidad táctica, junto con su enorme potencia en las subidas cortas, le hicieron prosperar, especialmente en las temporadas 2016 y 2017.
"Hoy en día los corredores son un poco diferentes, y salen antes. Hace unos años intenté salir antes, porque me sentía más fuerte cuando la carrera era hombre contra hombre. Pero nadie se me unía, porque si no te acompañaban los más débiles", cuenta, recordando los días en los que era una figura destacada en las clásicas. "Así no llegabas a ninguna parte, y acababas pareciendo el estúpido. Pero hoy en día, cuando un tipo bueno se va, los otros tipos buenos le siguen. Y después de eso, es bastante simple. Si van los buenos y cabalgan juntos, el resto no podrá seguirles".
Tuvo que ser más cirujano con sus ataques, pero su fuerza le permitió ganar a lo grande y muchas veces. En 2016 se benefició de una carrera caótica para superar a Jakob Fuglsang en un título olímpico, Ese año también ganó en el Tour de Francia y luego vistió el maillot amarillo durante varios días. "Hice cosas que nunca podría soñar", admite.
"Fui maillot amarillo en el Tour -para mí fue una locura-, gané los
Juegos Olímpicos y todo lo que vino después. Trabajé duro para ello, pero todo el mundo trabaja duro, así que también hay que tener suerte y talento. Pero di lo mejor de mí cada día, y cuando haces eso, no puedes arrepentirte de nada. Sólo debes estar contento contigo mismo y recordar una gran carrera".