En su recién publicado libro "Perseguido por los pandas: Mi vida en el misterioso mundo del ciclismo",
Dan Martin ha entrado en detalles sobre su tensa relación con
Jonathan Vaughters, que le llevó a dejar el Garmin-Slipstream "tras ocho años de grandes aventuras y momentos memorables".
Dan Martin, 6 veces clasificado entre los 10 primeros en grandes vueltas, tiene muchas historias que contar de su paso por el pelotón. Una de las más reveladoras que cuenta en su autobiografía es la de su agria salida del Garmin-Slipstream hacia el Etixx-Quick-Step.
Así es como el irlandés describió el hecho de verse obligado a seguir compitiendo a pesar de tener las costillas rotas: "Me dolía cada vez que cogía aire, miles de veces al día, hasta que el dolor se convirtió en parte de mí y de mi rutina". Martin escribe. "Lo que más me dolía era que no había elegido estar en esta situación. No debería haber estado sufriendo. En lugar de luchar cada día, corriendo con las costillas rotas en las carreteras suizas del Tour de Romandía, debería haber estado descansando en casa. Pero mi equipo me negó esa opción. Prolongó el tormento".
"Durante todo este periodo no escuché nada de nuestro gran jefe, Jonathan Vaughters", continúa Martin. "Ni antes, ni durante, ni siquiera después del Tour de Romandía. Pero sólo puedo suponer que él debe haber estado detrás de la decisión de que me quedera en la carrera". En un momento dado, Martin estaba tan desesperado por que el dolor terminara que incluso pidió un billete de avión de emergencia a Barcelona. "Me lo denegaron", se lamenta.
En el Tour de Francia de 2015, Martin se sentía confiado y tenía posibilidades de conseguir el amarillo. "El día antes de la salida, nos reunimos en nuestro hotel de Utrecht para nuestra reunión ritual previa al Tour. Cuando me tocó hablar, dije: 'Suelo apuntar a las victorias de etapa más que a la clasificación general, pero por una vez me gustaría ir a por una clasificación general alta'". Sin embargo, su optimismo fue rápidamente derribado: "Charly Wegelius, nuestro director deportivo, no se contuvo. Con su voz tranquila y monótona, me indicó que era un esfuerzo inútil y que no era un corredor que tuviera ninguna posibilidad de lograr un final alto en la clasificación general".
Cuando llegó el momento de las conversaciones sobre el contrato, las tensiones entre el corredor y el equipo llegaron a un punto de ebullición. "Cada dos días cambiaba mi precio. En el mejor de los casos, quería reducir mi salario a la mitad" cuenta Martin. "Él (Jonathan Vaughters) había hablado con mi agente, Martijn Berkhout, que le respondió con humor: 'Gracias por tu oferta. Es una muy buena prima. ¿Podemos hablar ahora de su salario?". Sin embargo, Martin ya había tomado una decisión: "Ya no era una cuestión de dinero. No me habría quedado, ni siquiera por 10 millones de euros. Después de ocho años de grandes aventuras y momentos memorables con este equipo, necesitaba recuperar un poco de dignidad".