La sentencia de la semana pasada sobre el caso de dopaje de Richard Freeman puso fin a una espera de casi siete años para que se hiciera justicia, pero dejó a muchos insatisfechos. El médico, ex miembro del British Cycling y del Team Sky, fue sancionado con cuatro años de suspensión por su papel en el pedido de una sustancia prohibida. La noticia debería haber supuesto un cierre, pero en su lugar ha dejado muchas preguntas sin respuesta, la mayor de las cuales es ¿cómo es posible que en una violación por dopaje no haya dopados?
A lo largo de la investigación, el ciclista fue tratado como "anónimo", lo que significa que se desconoce de quién podría tratarse. No hubo ningún resultado positivo en las pruebas antidopaje, ninguna confesión y, lo que es más importante, ninguna prueba de quién, si es que alguien, utilizó el Testogel. ¿Qué posibilidades tenemos de averiguarlo?
Tal vez sólo haya un puñado de personas que sepan a quién iba realmente destinada la droga, y Freeman es probablemente el más indicado para decirlo. Aún así, no está obligado a revelar nombres.
Esto se debe en parte al hecho de que el dopaje en el deporte no es un delito penal en el Reino Unido. Sí, está prohibido por las autoridades deportivas competentes -en este caso, UK Anti-Doping (UKAD)-, pero no existe una legislación específica contra el dopaje.