"Nunca me sentí suicida, pero entendía por qué la gente sí": De Robert Millar a Philippa York

Robert Millar fue uno de los mejores ciclistas de los años ochenta y noventa ganador de etapas en el Tour de Francia y la Vuelta a España, del GP de la Montaña del Tour, dos veces segundo en la Vuelta en luchas épicas con Perico Delgado y triunfos en otras pruebas como Catalunya o Dauphiné.

Hace tiempo que Robert Millar no existe. Hace mucho tiempo que se cambió el nombre a Philippa York. Sufrió mucho internamente por sentirse mujer en un cuerpo de hombre y, tras retirarse y dejar de ser ciclista, tuvo que replantarse su vida y tomar decisiones complejos en tiempos difíciles en los que transicionar no era en absoluto fácil. En su nuevo libro The Escape Pippa cuenta momentos realmente duros de su vida.

"No había comunidad LGBTQ en Gorbals, donde crecí. Si veía a David Bowie en Top of the Pops, pensaba: 'Oh, qué interesante', pero no era un modelo a seguir. No me hacía pensar que podía ser lo que quisiera", explicaba en palabras recogidas por The Guardian.

Reconoce que desde siempre se sintió distinta y que esos sentimientos eran muy muy complicados de asumir:

"Desde los 5 años supe que era diferente. Te das cuenta de que los demás te van a machacar. Luego está el miedo a que te descubran y la vergüenza de no encajar del todo en el grupo del que se supone que formas parte. Ahora hay Marchas de Orgullo, pero yo sentía muy poco orgullo".

Esos años y unos estigmas que hoy siguen vivos: "No lo sé. Eran los años setenta. No puedo preguntarle a mi padre porque no está aquí. Incluso ahora, no quieres que tu hijo sea diferente, porque sabes que habrá un estigma asociado".

Reconocía que durante su larga y productiva carrera ciclista no tenía tiempo para otras cosas que no fueran estar centrada en competir:

"No tienes tiempo para pensar en otras cosas. Si estás en la carrera, no estás procesando el mundo exterior".

Con un carácter fuerte, asegura que los insultos no le afectaba:

"La gente solía proferir insultos homófobos, ese tipo de intimidación verbal, pero a mí no me afectaba. Aprendí a lidiar con ello. Lo devolví. Podía decir palabrotas en casi todos los idiomas".

"No necesitaba emociones. Me iban a estorbar. Aprendí a hacerlo bastante bien. El escudo que puse a mi alrededor me permitió funcionar", comentaba.

Tras la retirada (año 1995) con 37 años sí llegaron las preguntas que estaba obligada a responder

"Empeoró cuando dejé de competir. Pensé: '¿Quién soy?' El ciclista había desaparecido. Tuve que afrontarlo. Pero también tuve que pensar: ¿Voy a hacer la transición o no?".

Palabras duras para explicar por lo que pasaba:

"Estaba en una mala situación, muy, muy deprimida. No tenía ni idea de si haría la transición del todo o no. Pero tenía que averiguar en qué punto del camino de la transición acabaría. Nunca me sentí suicida, pero entendía por qué la gente sí".

"Piensas: 'Puede que me vaya bien con un poco de terapia, con asesoramiento o con un reemplazo hormonal'. Pero no sabes dónde vas a parar. Casi superé el milenio, pero no era sostenible. No funcionaba y no podía seguir así".

"Se convirtió en: '¿Qué clase de mujer voy a ser?' Fueron cosas que tuve que aprender. Lo aprendí de adulta, todos los pequeños detalles sociales. Tuve que aprenderlas muy rápido para no parecer vulnerable".

"Ahora se entiende mejor, pero no creo que esté más aceptado".

"Me preguntaría si tienen alguna ventaja, pero me fijaría en sus actuaciones. ¿Son mejores que yo porque nacieron hombres o porque tienen más talento? ¿O porque tienen más tiempo para entrenarse o mejor equipo?".

"La gente no entiende los cambios fisiológicos. La testosterona se reduce básicamente a cero. La testosterona no te hace más fuerte, es parte del sistema que repara el daño causado por el ejercicio".

"Han tenido personas, empleados, que han firmado una carta dirigida a la UCI exigiendo que se excluya a las mujeres trans... En cualquier otra organización, esas personas serían despedidas".