Jan Maas no optaba a la victoria de etapa en la reciente
Vuelta a España, pero a veces fue el centro de atención por razones equivocadas. En medio de un equipo Jayco AlUla devastado por la enfermedad, Maas fue uno de los tres únicos finalistas, pero revela que no sólo estaba lesionado, sino que había ocultado una dramática situación de salud ante el temor de ser apartado de la carrera.
"Me senté en la bicicleta como un zombi. Las dos primeras semanas rodé bastante bien, pero en la decimotercera etapa me caí en el descenso del Aubisque. Me rompí las costillas", cuenta Maas en una entrevista con Cycling Inside. "En realidad sabía que me las había roto, pero no quise hacerme una foto (radiografía, ed.). Tenía miedo de que el médico, la organización o quién sabe qué, me dijera: no puedes realizar tu sueño, no puedes terminar la Vuelta. Así que intenté terminar la Vuelta lo más duro posible".
El holandés hizo lo que algunos aficionados a veces temen y plantean como un inconveniente de este deporte, que es el de restar importancia a situaciones graves de salud. Maas revela en la entrevista que no sólo decidió conscientemente no hacerse una radiografía de las costillas tras la dura caída, sino que también ocultó los síntomas posteriores que surgieron a raíz de la misma. "Los tres hombres que quedamos no nos encontrábamos bien. No dimos positivo (por Covid-19, ed.) en ese momento, pero todos tosíamos".
"Con una costilla rota o magullada, eso no es muy agradable... Luego fue realmente cuesta abajo. No se lo dije a nadie, pero los dos o tres últimos días también escupí sangre en los finales de etapa. ¿No pensé: esto es ir demasiado lejos? No se lo recomendaría a nadie y ahora tampoco lo haría yo. Pero en ese momento... supongo que quería demostrármelo a mí mismo, estaba esa motivación intrínseca, y la cabezonería que tengo o algo así".
Maas acabó terminando la carrera, aunque sufriendo mucho. Su temporada no acabó ahí, sino que cuenta que la noche siguiente al final en Madrid fue al hospital donde finalmente le diagnosticaron las lesiones, y también le descubrieron lesiones pulmonares temporales y presencia de sangre en ellas. "Cuando estaba de espaldas no paraba de toser sangre, así que me entró el pánico", dice sobre la noche siguiente a la carrera. "Una afecta a los pulmones y la otra a las vías respiratorias".
Lo que buscaba el corredor de 27 años era probarse a sí mismo dentro del pelotón, era su debut en una Gran Vuelta y a menudo los corredores se sienten presionados para rendir en busca de su continuidad en la cima del deporte. "Si me hubiera rendido en la Vuelta, me habría sentido un perdedor", admite. "Incluso llega al extremo de que me alegro de haber descubierto que tenía esas infecciones y esas costillas rotas, porque si sólo me hubiera roto una costilla y me hubiera deteriorado tanto por la fatiga, me habría sentido como un perdedor. Así de mal lo tengo en la cabeza".